martes, 3 de septiembre de 2013

Creo que no he dormido bien desde los 14 años. Hasta entonces, dormir era una forma de descanso del duermevela que supone no saber lo que no era soñar. Pertenecía a esa fina línea que une a la inconsciencia y al genio que puede con todo porque, simplemente, nadie le ha malenseñado a creer que no puede. Eres único. Un copo perfecto de nieve. Una pieza con tara en una cadena de producción sin fallo que acaba siendo una pieza de coleccionista porque es la única mal hecha y, eso, la convierte en especial. Diferente. Bonita. Deseada. 
Los años avanzan y te intentas engañar a pesar de saber que juegas un partido que no puedes ganar. Vida 1 - humano 0. 
Las personas vienen y van, algunos se desechan de forma  deliberada y otros se te descaman de una forma jodidamente dolorosa para no volver, y te quedas con esa extraña sensación de no saber si realmente se han ido ellos o eres tú el que que se ha ido porque, desde luego, no te pareces en nada a la persona que eras ayer. Vida 1 - humano 0. Otra vez más. 
Miras hacia atrás y, a pesar de los buenos recuerdos, tienes la sensación de haberte pasado la puta vida barriendo espejos rotos que contienen el reflejo de la persona que ya no eres, ni vas a volver a ser nunca. Intentas sujetarlos todos, pero sólo eres un niño torpe con demasiadas pelotas en la mano al que se le caen dos cada vez que se agacha para recoger una. 
El caso es que, como ya he dicho, pasan los años y al final acabamos con esa extraña sensación de déjà vu, ese sinvivir de vivir y beber de la vida de otro yo, con nuestra misma cara, aunque con una mueca que sólo llega a ser una caricatura de la persona que un día proyectamos ser cuando aún sabíamos soñar. Cuando no sabíamos el significado de la palabra mediocre. Cuando podíamos dormir. Cuando aún éramos y no, sólamente, parecíamos nosotros.

1 comentario:

  1. La vida no para ,nosotros nos paramos creyendo que seguimos hacia delante y es nuestro triste engaño

    ResponderEliminar